por CLAUDIO MADAIRES
claudio.madaires@gmail.com
Abre tus alborales verdes ojos.
Ábreme, por favor, tus ojos puros,
y mira si los míos no te besan.
Tus besos son reflejo del rocío;
los míos, de los labios de la Tierra.
Yo beberé de ti,
besándote los ojos lagrimeantes
de amor que fue soñado,
cada vez que se abran cuando el Sol.
© Claudio Madaires (CAGB) De su libro Sólo los amantes tienen siete vidas

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